Hablar de la numismática cartaginesa, es aludir a las monedas que se usaron en Cartago, la antigua ciudad-estado de la civilización fenicia que estaba en las cercanías de Túnez y que existió entre el siglo V a.C. hasta que fue destruida en el año 146 a.C. En este lugar, se manejaron una gran variedad de divisas en metales como bronce, electro, plata, oro y otros. Cabe destacar que una pequeña parte de las monedas que se acuñaron, fueron producidas y usadas en la zona norte de África, pero la mayoría de estas viene de lo que fueron las propiedades bajo el dominio de Cartago, específicamente en Sicilia occidental y Cerdeña.
La divisa que se utilizaba era el shekel o siclo, de la que Cartago llegó a emitir monedas con valores de medio siclo, un siclo, dos siclos y tres siclos. Mientras que las monedas de cinco siclos, fueron acuñadas en Sicilia.
Orígenes de la numismática cartaginesa
El origen de la numismática cartaginesa viene desde los siglos IX y VII a.C., las civilizaciones fenicias instalaron un conjunto de colonias a lo largo del Mediterráneo occidental, sobre todo hacia el norte del continente africano, Cerdeña, Sicilia occidental y en la zona sur de Iberia. A partir de esto, Cartago fue consolidada como la más prominente de estas comunidades, por lo que establecieron vínculos culturales, políticos y sobre todo económicos, con Suicis, ciudad que estaba en Cerdeña, así como con Motia, localidad que se encontraba en Sicilia occidental.
Cabe destacar, que las comunidades de origen griego asentadas en Italia meridional y Sicilia, iniciaron su producción de monedas en torno al año 540 a.C., pero las comunidades púnicas hicieron lo propio desde el año 425 a.C., montando las primeras fábricas de divisas púnicas hacia el oeste de Sicilia, específicamente en Motia, así como y en Ziz.
A esta producción monetaria llevada a cabo por las comunidades anteriormente mencionadas, se le denomina como sículo-púnica, teniendo el mismo nombre el proceso de acuñación que hicieron las comunidades de origen griego en la región occidental de la isla, acuñándose únicamente en plata y mostrando una iconografía derivada de monedas sicilianas que ya existían, como las de Siracusa, Segesta y Himera, con la que a su vez precedieron a los siclos acuñados del Tiro de Fenicia cerca del año 400 a.C.
La primera acuñación cartaginesa
Entre los años 410 a 409 a.C. habrían realizado la primera acuñación cartaginesa para financiar la intervención militar que produjo la Segunda Guerra Siciliana realizada entre los años 410 a 404 a.C., por lo que su producción finalizó tras la conclusión de la Tercera Guerra Siciliana que ocurrió en el período de los años 398 a 393 a.C. En este proceso circularon tetradracmas acuñados en plata, que se conocieron cómo la Serie I, de la que descendían cinco sub-grupos cronológicos.
Lo que se puede observar en el anverso de estas monedas cartaginesas, es un caballo mirando hacia la derecha, con una leyenda en lenguaje púnico que dice QRTḤDŠT, que significa “Cartago”. Mientras que en su reverso, hay una palmera con dátiles, y se lee la palabra MḤNT, cuyo significado es “el campamento”. Hacia el subgrupo B, es posible visualizar en su anverso a la diosa Nike con unas alas, mientras permanece volando sobre un caballo y al mismo tiempo, sostiene tanto un caduceo como una corona con forma ornamental. Y en el subgrupo F de esta acuñación de monedas, se aprecia en el anverso a un caballo completo.
Probablemente, la acuñación de monedas cartaginesas de plata pudo haber sido complementada tiempo más tarde, por una generación de monedas de oro, a la que se denomina como el Grupo I de Jenkins-Lewis, que fue acuñada como un siclo que tuvo el peso estándar de los fenicios, mostrando en el anverso a un caballo y en su reverso a una palmera. También, otras ciudades ubicadas al oeste de Sicilia acuñaban monedas de manera independiente, como sucedía con Motia, Segesta, Ziz y Eryx.
¿Dónde se ubicaba la fábrica de estas monedas?
Debido a los distintos conflictos bélicos suscitados, no se sabe con exactitud donde estaba la fábrica en la que estas monedas fueron acuñadas. Lo que si se ha determinado, es que las emisiones de piezas hechas con plata se acuñaron en Sicilia, específicamente en Lilibea, ciudad que se fundó en el año 396 a.C., luego que Motia fue destruida, ciudad en la que ya se acuñaban monedas antes de su desaparición. Lo que si es cierto, es que la serie inicial de esta divisa se hizo en Cartago, aparte que las monedas acuñadas en Lilibea, sean las del subgrupo F, donde sale el caballo completo.
En cuanto a las monedas de oro que se emitieron y que forman parte del Grupo I de Jenkins-Lewis, pudieron ser acuñadas al mismo tiempo que las monedas de plata del subgrupo F, debido a que tienen los mismos íconos en su anverso y reverso. Un detalle muy particular, es que en el antiguo Mediterráneo, cuando se emitían monedas de oro era porque las civilizaciones atravesaban épocas de crisis, lo que obedecía a que las existencias de plata se terminaron y no quedaba otra opción sino fundir reliquias religiosas y joyas, lo que encaja perfectamente con los procesos de acuñación de monedas de las etapas sucesivas a la guerra cartaginesa que duró en Sicilia casi veinte años.
Íconos más importantes de la numismática cartaginesa
En la Serie I se observan un par de íconos que distinguen a la numismática cartaginesa en toda su historia, siendo estos el caballo y la palma, aunque no se ha determinado con certeza que tan importantes son, aparte que si pertenecen realmente a la historia griega o púnica.
Hasta los momentos se ha interpretado la presencia del caballo en estas monedas de maneras distintas. En primer lugar, se dice que el caballo realmente fue un símbolo del dios principal para Cartago (Baal Hammon), con el que se asociaba al sol y la guerra. En otras monedas cartaginesas, este caballo aparece acompañado con un disco solar, lo que refuerza la interpretación entre este animal y el sol.
Otra cosa que se piensa, es que el caballo es parte de la leyenda que explica la fundación de Cartago, que según Justino (historiador romano), en la fundación de esta localidad fue encontrada la cabeza de un equino en el piso, lo que se interpretó como un aviso de la prosperidad que a futuro tendrá esta ciudad. Y por último, los motivos por los que se ha fundado esta ciudad podrían estar representados en estas acuñaciones, destacando que el caballo alude al propósito militar, sobre todo si está acompañado por la diosa Niké, que tiene una corona a otorgarse a los vencedores en batallas y concursos.
Numismática cartaginesa de mitad del siglo IV
Entre los años 350 al 340 a.C. se realizó un nuevo proceso de acuñación por parte de Cartago, mediante una serie de tetradracmas hechas con plata, que se denominan como Serie II, formadas por cuatro subgrupos que estuvieron vigentes hasta los años 320 a 315 a.C. Además, se produjeron un grupo de monedas de oro que forman parte del Grupo II de Jenkins-Lewis, con denominaciones de 1/5 de siclo y un siclo, producidas a una mayor escala que otras emisiones.
Pero en el Grupo III de Jenkins-Lewis, se concentra una inédita emisión importante de electro acuñado en Cartago, cuyas monedas están compuestas por una aleación del 95% de oro y un 5% de plata, que empezaron a acuñarse luego del año 350 a.C. hasta el año 320 a.C. Aquí tenemos a un siclo que pesa 9,4 g, y una gama de monedas con denominaciones de menor valor, comprendiendo a la mitad de un siclo, un cuarto de siclo, un quinto y un décimo de siclo. Paralelamente, fueron producidas piezas monetarias de bronce, desde el año 350 a.C. hasta el 330 a.C.
Los temas que se observan en estas monedas son muy similares a los de las acuñaciones anteriores. De hecho, las piezas producidas con plata pertenecientes a la Serie II, muestran en su anverso a la diosa Kore y a la diosa Aretusa. En el reverso, hay un caballo que está parado y por detrás se ve a una palmera. En las monedas de oro que son parte del Grupo II de Jenkins-Lewis muestran a una cabeza de mujer que representa a Kore junto a un caballo en el reverso, aunque no está la palmera y alguna leyenda. Y en el caso de las piezas monetarias hechas con bronce, en su anverso está la cabeza de un hombre, pero en el reverso lo que aparece es un caballo haciendo saltos.
Lo que pareciera haber influido en esta renovación de los íconos que exhibían estas monedas, fueron las intervenciones que efectuó Cartago en la zona oriental de Sicilia, luego que desapareció el régimen que dirigía Dionisio II en Siracusa y posteriormente, la Sexta Guerra Siciliana que se emprendió en contra de Timoleón, lo que fue acompañado por un nuevo proceso de acuñación en otras localidades como Lilibea, Ziz, Solous y Terma.
¿Dónde estaban las fábricas de moneda en esta etapa?
Se piensa que empezaron a acuñarse estas monedas hacia el año 340 a.C., justo cuando se afrontaba la guerra de los cartagineses contra Timoleón, tomando en cuenta que el subgrupo D se conoce por ser el último de esta serie, por estar vinculado a la edición inicial del conjunto siguiente de monedas de plata que acuñaron los cartagineses. Estas piezas del subgrupo D, se pueden encontrar en el tesoro de Mégara Hiblea, depositado antes del año 320 a.C.
Pero las piezas monetarias de oro que conforman al Grupo II de Jenkins-Lewis, pudieron haber sido acuñadas antes del año 340 a.C, lo que se explica por sus similitudes a nivel de diseño con las monedas de plata, que se deben a un trabajo de acuñación militar movilizada hecho en Lilibea, donde también pudieron haber acuñado monedas de oro, aunque esto pudo haber ocurrido en Cartago. Pero a partir del Grupo III de Jenkins-Lewis, la acuñación pudo haber en un sitio distinto a las de las monedas de plata, porque cuentan con un sistema distinto de marcas de control, ya que las piezas de plata implican símbolos y las de electro, usan un conjunto de puntos.
Otra cualidad de las monedas de plata es que su acuñación es parecida a la de Siracusa, pero las de electro imitan a otros modelos de acuñaciones. Desde el Grupo IV acuñado antes del año 310 a.C., los troqueles para las monedas de electro se alineaban de manera regular, buscando la coincidencia entre los moldes de la sección superior del anverso y reverso. Con las monedas de plata pasaba algo distinto, porque los moldes usados eran diferentes, acusando técnicas para su producción que no eran iguales. Es una evidencia que las piezas de electro se hacían en una fábrica diferente a donde se producían las que se acuñaban con plata.
Significado de los íconos de estas monedas
La cabeza femenina que aparece en las monedas de plata y oro es algo que aún se discute, ya que esta cabeza se parece a la encontrada en un molde del anverso que perteneció a la fábrica de piezas monetarias instalada en Siracusa, con las que se representa a las diosas Aretusa y Kore, lo que puede obedecer a un diseño de esta moneda y no a un significado especial, salvo demostrar que era dinero verdadero y no una falsificación. Aunque hay otros investigadores que sugieren que la cabeza representa a la diosa Kore, porque fue muy adorada en Cartago, donde incluso a partir del año 396 a.C. hubo un templo para sus creyentes.
Otra muestra que con la cabeza que sale en estas monedas es Kore, una corona fabricada con gavillas de trigo, buscando representarla como la diosa de la cosecha y el grano. Sin embargo, hay historiadores que consideran a esta cabeza como la de la diosa Tanit, solo que tiene la apariencia de Kore, lo que se relaciona con la presencia del caballo en el reverso como un ícono de Baal Hammon, porque en Cartago a Tanit la llamaban cara de Ba’al.
Existió un tipo de cambio con estas monedas
En su momento se buscó que las monedas de plata y oro funcionaran juntas, aunque no se sabe con exactitud el tipo de cambio que existía entre las mismas. Por eso, durante la etapa del Grupo II de Jenkins, pudo haber existido una proporción entre las monedas de plata y oro de 15:1, por lo que un siclo de oro durante estos años equivalía a 25 dracmas de plata, lo que haría inviable este cambio.
Pero en el Grupo III, la moneda más importante acuñada en oro tuvo un peso de 7,6 gramos, que aumentó a 9,4 gramos, cuando se le adicionó un 5% de plata, lo que supone una adulteración, mientras que la proporción de este metal a electro habría sido de 11 a 1. Con esta información, una moneda acuñada con electro, tendría un valor de 25 dracmas y las piezas de 1/5 (un quinto de siclo) tendría un valor de 5 dracmas de plata y las de ½ (medio siclo), poseía un valor de 12 dracmas de plata.
Acuñación cartaginesa del fin del siglo IV
Es una serie que emana de la emisión monetaria pasada, sustentada en par de conjuntos de tetradracmas de plata, comenzando con la Serie III con un cuarteto de subgrupos y la Serie IV, que se produjo de manera ocasional en cantidades pequeñas, para complementar a la Serie III. Además, se emitieron nuevas monedas de electro que forman parte del Grupo IV de Jenkins-Lewis, producidas antes del año 310 a.C, y que engloba a cuatro subgrupos.
Se produjo la moneda de un siclo con un peso de 7,2 gramos, así como las de un quinto y un décimo de siclo, solo que su cantidad de oro era menor que en la generación anterior, a tal punto que la aleación comprendía un 72% de oro y un 28% de plata.
Las imágenes que se observaban en estas emisiones de electro y plata, serían idénticas a las anteriores, ya que en el anverso hay una cabeza de una mujer y un caballo en posición erguida al reverso de estas monedas. Pero en la emisión de plata correspondiente a la Serie III, se aprecia en su anverso a la cabeza de una mujer que puede ser Aretusa en las piezas hechas en Siracusa, mostrando en el reverso a un caballo erguido que está delante de una palma.
Pero la serie IV tiene otros íconos que no se han visto en las monedas que la preceden, porque el anverso enseña a una cabeza de una mujer que lleva puesto un gorro frigio y el reverso, tiene a un león que se pone ante una palma. Por último, las monedas de bronce muestran a una palma en el anverso y en su reverso a la cabeza de un equino.
Los lugares donde se fabricaban estas monedas podrían ser los mismos del período anterior, debido a que esta generación monetaria demuestra una continuidad con las ediciones pasadas, lo que abarca a que se pudieron haber acuñado inclusive en una fábrica militar móvil. Con la Serie III de estas monedas de plata, se pudieron haber financiado las intervenciones bélicas cartaginesas en el oriente de Sicilia, justo cuando se inició la monarquía de Agatocles, quien reinaba en Siracusa y esta serie finalizó cuando se depositó el tesoro Pachino, hacia el año 290 a.C. En cuanto a la fabricación de monedas de bronce, estas se acuñaron en los mismos establecimientos, empleando un disco redondo muy abultado, y en otra versión, sobre un disco o flan plano con bordes totalmente biselados.
Íconos de estas monedas
En estas monedas de plata correspondientes a la Serie IV, se aprecia la cabeza de una mujer que podría representar a Dido, quien fue fundadora mítica de Cartago, lo que sería cónsono con las acuñaciones de las comunidades griegas al sur de Italia y en Sicilia, que simbolizaban a quien fundaba la comunidad. También, es posible que esta mujer podría ser Tanit, que tiene algunos paralelismos con Artemisa.
Numismática cartaginesa en conflictos bélicos
Durante la Primera Guerra Púnica que se llevó a cabo entre los años 264 al 241 a.C., se hicieron una serie de emisiones de monedas, en las que destaca una con la figura de Melgart en el anverso y una cabeza de caballo hacia el reverso. La moneda cartaginesa en este momento incluía con mayor frecuencia entre sus íconos, una cabeza femenina identificada como Tanit (la diosa del sol) en su anverso.
Mientras que en el reverso salía un caballo galopando, y se acuñó en Kerkouane, localidad establecida en la península del Cabo Bon, justamente cuando sucedía la resistencia a la invasión de Régulo, en medio de la Primera Guerra Púnica. Posteriormente, se fabricaron un gran número de monedas de baja calidad hacia el final de este enfrentamiento bélico, con el que se pagaron a quienes laboraron como mercenarios rebeldes en el imperio.
En el período de entreguerras que abarca a los años 241 al 218 a.C., se acuñaron monedas cartaginesas con la efigie de Melgart en el anverso, pero que tenía los rasgos propios de Hamilcar Barca y al reverso, se observa a un individuo sobre un elefante de guerra. Entre ambas guerras púnicas, Cartago emitió únicamente monedas hechas con bronce hacia el norte del continente africano, a pesar que los Bárcidas fabricaron monedas de plata y de oro en España, que llevaban la cabeza de Melqart en su anverso, junto a un caballo y una palmera en su reverso. Las piezas de oro pesaban 7,50 g, por lo que valían 12 siclos de plata cada una.
En la Segunda Guerra Púnica que sucedió entre los años 218 a 201 a.C., la expansión de los españoles junto con el saqueo efectuado por los romanos, propiciaron la acuñación de estas piezas en metales preciosos mientras pasaba este conflicto bélico, lo que incluía a las grandes emisiones de monedas de plata para ser usadas en Sicilia. Esto abarcaba monedas con un valor de medio siclo con una cabeza masculina acompañada de una diadema en el anverso y con un elefante en el reverso. Otra versión de esta moneda exhibía en su anverso, una cabeza masculina que usaba una corona de grano y para el reverso mostraba un caballo galopando.
Hacia el final de esta guerra, se acuñaron monedas de bronce y después con plata degradada. El peso del siclo bajó a 7,0 gramos en las zonas que pertenecían a los Bárcidas y las de bronce pesaban entre 8 a 10 gramos, porque constantemente cambiaban los tipos de cambio entre este tipo de monedas y las de plata. Por último, en el período que se inicia a partir del año 200 a.C., las emisiones monetarias cartaginesas fueron hechas únicamente con plata.